Hoy se me quedó el celular en la casa y no tuve tiempo para devolverme a buscarlo, así que pasé un día desconectada del mundo. Estuve desde la mañana en la U, almorcé y como a las 4 me fui con unos amigos al Starbucks de Pedro de Valdivia a tomarnos un Frapuccino.
Conversamos por horas, de todos los temas imaginables y de todas las personas que teníamos en común. Nos reímos, discutimos, nos pusimos serios....y de repente, cuando nuestros vasos estaban ya vacíos hace horas, llegó un empleado a decirnos que estaban cerrando.
Miré la hora: las nueve y tanto.
Llegué a mi casa a las 10 y me recibe mi mamá con los ojos rojos y un papá todo serio. Me explicaron que no habían sabido nada de mí desde la mañana y que no había dicho nada de lo que tenía pensado hacer hoy, así que se habían asustado. Llamaron a mis amigas del colegio, trataron de prender mi celular para ver los números de mis amigas de la U pero estaba apagado y con clave, e incluso se metieron a mi facebook a tratar de descubrir cómo dejarle un mensaje a alguien que tal vez supiera de mí.
Yo me imaginaba que se habrían extrañado por mi ausencia, pero nunca imaginé que llegarían a tales grados de desesperación. Sé que mi mamá es sobreprotectora, que se preocupa un montón por nosotras, a veces demasiado. Pero me sentí horrible de haberla preocupado así. Y a mi papá también, que aunque no lo demostrara, estaba igual de preocupado y nervioso que ella, su cara de seriedad lo decía todo.
Tan sólo decir: lo siento.