No sé realmente como decir esto. Es más, ni siquiera sé como plantearte el problema que tengo, ya que no soy capaz ni siquiera de asirlo y entenderlo.
Él está ahí, todas las semanas, casi todos los días. Se me aparece en los rincones, me sonríe, conversamos, nos reímos. Y yo ya pasé a la etapa en que espero por verlo y en que en la mañana pienso en qué ponerme según las posibilidades de encontrármelo.
Y, sinceramente, no tiene idea que existo. Más allá de mi presencia física, no tiene la más remota idea.
Y yo no sé que es esto. Si es mi vía de escape en un semestre horrible, si es imaginación, si ando detrás de todo hombre que se me cruce en el camino. ¿Cómo supiste alguna vez que Romeo era quién debía ser? Porque las mariposas, el corazón que salta y todas esas taradeces no funcionan, te lo aseguro. O más bien, puede ser que haya algo medio averiado en mí.
Ay, Julieta, ¿por qué existe esa parte de la mente que se especializa en imaginar cosas que no son? ¿Y por qué será uno tan idiota de creérselo cuando la parte racional te dice a gritos que no es verdad? Nos gusta sufrir. Y no hay problemas con sufrir, sinceramente, pero esta incertidumbre de estar en la nada y de no entender nada, me desespera.
Además Julieta, tu tienes parte de la culpa. ¿Cómo se te ocurre vivir una historia que sería el epítome del romanticismo? ¿Que hace que toda mujer busque un Romeo, o un amor tan poderoso y trágico como el suyo? Es parte por tu culpa que las mujeres estamos tan mal como lo estamos.
Julieta, escribirte es una tontera de enormes proporciones. Pero el si quiera imaginar el poder escribirle una carta a alguien como hace que valga la pena. Porque necesitamos consejos, y quién mejor para darlos.
Sofía