Y resumiendo todo, me fue bien. Y estuve tan feliz, porque hablamos todo, nos dijimos todo y estamos como antes, mejor incluso diría yo.
Y estaba tan feliz, hasta que la maldita canción sin importancia sonó y las lágrimas cayeron de nuevo desde mis ojos, sin razón lógica. Y estaba feliz hasta que me acordé de lo que conversé el otro día con la psicóloga y me di cuenta que estoy llena de trancas y de miedos.
Que básicamente tengo miedo de ser feliz, de cometer errores, de dejarme llevar. Miedo a no ser lo que otros esperan, miedo a estar sola siempre, miedo a no encontrar al idiota con que vengo pensando hace siglos. Miedo a que todo lo que sostiene mis fantasías, sueños y ese "mundo de sofía" no exista y todo se derrumbe tan estrepitosamente que va a sonar a una burla.
¿Cómo se espera ser atractiva para otros si ni siquiera estoy segura de mi misma? Nunca he pensado en mí como alguien tímido, pero ¿cómo se explican todas esas veces que, estando en lugares nuevos y desconocidos, me es tan absolutamente difícil hablar?
A veces simplemente odio a mi psicóloga. Por mostrarme todas esas cosas, por hacerme ver que estoy muerta de miedo y por decirme que vengo soñando la mitad de mi vida con tonterías románticas y ni siquiera me atrevo a hacerlas realidad. Por hacerme llorar sin ninguna razón, como ahora.
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